domingo, 18 de abril de 2010

La aparición de Jesús a sus discípulos en la orilla del mar de Galilea o Tiberíades

En estos domingos de Pascua la liturgia de la Palabra nos sigue llevando por las distintas manifestaciones del Señor después de su resurrección. Hoy, en el Evangelio, se nos habla de la aparición de Jesús a sus discípulos en la orilla del mar de Galilea o Tiberíades, como también era conocido. El marco de su aparición es el de una comida. Los discípulos han estado pescando, pero no han logrado pescar nada, en ese momento aparece Jesús, ellos no lo reconocen, y los invita a que intenten de nuevo a arrojar las redes. La cantidad de peces que atrapan es muy grande (153), que significa plenitud y totalidad. Jesús parte el pan y el pescado con ellos, signo de nuestra cena eucarística y renueva la fe de Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que ellos?”. Le pregunta tres veces, el mismo número de veces que él lo negó antes de la crucifixión. Pedro se entristece pero manifiesta su convicción: “Sí, Señor; tú sabes que te amo.” El Señor lo invita a que apaciente sus ovejas. Simón Pedro será uno de los principales pilares de la Iglesia –la primera lectura nos lo muestra así– además, entrega hasta su propia vida por el Evangelio.
La invitación de este domingo es a que no dejemos de buscar al Señor en la Eucaristía y a que renovemos, día tras día, nuestra fe y nuestro compromiso con el Resucitado
http://www.minutosdeamor.com/?p=2180

Es una sensación muy extraña, pero estoy seguro de que todos la hemos experimentado en más de una ocasión. Sentimos presente a nuestro Señor en la oración, pero dudamos si es realmente Él, aunque la fe y el corazón nos invitan a no temer, sabiendo que es realmente Él. O cuando lo sentimos actuar en nuestra vida de mil maneras distintas: en un amanecer, en una experiencia hermosa, en una amistad, en un gesto de cariño o en una palabra de consuelo, en una bella sorpresa, en la solución inesperada de un problema… Sabemos que es Él, aunque no lo vemos con los ojos corporales…. ¡Así es la relación de Cristo con nosotros desde su resurrección de entre los muertos! Por eso quiso educar a sus apóstoles a vivir desde entonces en esta nueva dimensión.

Yo creo, en definitiva, que estas narraciones pascuales reflejan muy bien nuestra vida cristiana: tenemos que avanzar casi sin ver, como entre sombras, guiados sólo de la FE en Cristo resucitado y animados de una grandísima esperanza y de un amor muy encendido a Él. Es la única manera como podemos relacionarnos con Jesucristo desde que Él resucitó de entre los muertos. Y el único camino para poder “verle”, experimentarle, gozar de su amor y entrar en su eternidad ya desde ahora, sin salir de este mundo. Pidámosle hoy esta gracia.

http://es.catholic.net/evangeliodehoy/

EL PRIMADO DE PEDRO

15. Habiendo, pues, almorzado, Jesús dijo a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas tú más que éstos?" Le respondió: "Sí, Señor, Tú sabes que yo te quiero". Él le dijo: "Apacienta mis corderos".

16. Le volvió a decir por segunda vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". Le respondió: "Sí, Señor, Tú sabes que te quiero". Le dijo: "Pastorea mis ovejas".

17. Por tercera vez le preguntó: "Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?" Se entristeció Pedro de que por tercera vez le preguntase: "¿Me quieres?", y le dijo: "Señor, Tú lo sabes todo. Tú sabes que yo te quiero". Díjole Jesús: "Apacienta mis ovejas"
 
Las tres preguntas sucesivas quizá recuerdan a Pedro las tres veces que había negado a su Maestro. Jesús usa dos veces el verbo amar (agapás me) y Pedro contesta siempre con otro verbo: te quiero (filo se). La tercera vez Jesús toma el verbo de Pedro: me quieres (filéis me). También usa el Señor verbos distintos: boske y póimaine, que traducimos respectivamente apacienta y pastorea (así también de la Torre), teniendo el segundo un sentido más dinámico: llevar a los pastos. En cuanto a corderos (arnía) y ovejas (próbata) - el probátia: ovejuelas, que algunos prefieren la segunda vez, no añade nada (cf. Pirot) - indican matices que han sido interpretados muy diversamente. Según Teofilacto, los corderos serían las almas principiantes, y las ovejas las proficientes. Según otros, representan la totalidad de los fieles, incluso los pastores de la Iglesia. Pirot hace notar la relación con el redil del Buen Pastor (10, 1 - 16; cf. Gál. 2, 7 - 10). El Concilio Vaticano, el 18 de julio de 1870, invocó este pasaje al proclamar el universal primado de Pedro (Denz. 1822), cuya tradición testifica autorizadamente S. Ireneo, obispo y mártir. Ello no obstante es de notar la humildad con que Pedro sigue llamándose simplemente copresbítero de sus hermanos en el apostolado (I Pedr. 5, 1; cf. Hech. 10, 23 y 26 y notas), a pesar de ser el Pastor supremo.

http://www.aciprensa.com/evangelio/lectura.php?id=2731

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