Hoy, Domingo de Ramos, comienza la Semana Mayor, con más propiedad llamada Semana Santa, porque en ella se conmemora la muerte del Santo.
Es curioso: después de veinte siglos, caso único, se viene celebrando en todo el mundo, año tras año, sin exceptuar uno, la muerte de Jesucristo en cruz. Ante semejante drama, no resulta raro que, hasta los niños, pregunten horrorizados: ¿por qué murió en cruz? ¿Fue necesario? ¿Podía haber muerto en la cama, o por causa de un cáncer o de un infarto masivo, y nos habría redimido? ¿Qué hubiera pasado? ¿Sí nos hubiera redimido? ¿Se celebraría su muerte en todo el mundo?
Pongamos algunos presupuestos claros y seguros:
-El dolor no salva, no redime, no se debe buscar. Sería una conducta patológica, algo así como masoquismo. No es cuestión de que Dios se conmueva más con el dolor que con la alegría. No. Por ahí no van las cosas.
-Segundo, Jesús no buscó el dolor, no aspiró a morir en Cruz. ¡Qué tal! Ni menos, el Padre eterno iba a buscar expresamente la muerte en cruz, para su "Hijo muy amado". Hablando en términos históricos, los judíos de entonces pidieron a Pilatos, para Jesús, la muerte en cruz, por odio, por venganza, por maldad. El Padre respeta la libertad de los hombres, y 'trabaja' y cuenta con ella para realizar sus planes, y la salvación de la Humanidad era el principal.
-Jesús fue inocente: no cometió pecado en toda su vida. De haberlo cometido, uno solo, no nos habría podido salvar.
Por el contrario: habría necesitado un salvador. Pilatos no le decretó la muerte en cruz como castigo por fechorías, como a los dos ladrones, sino porque los judíos envidiosos le exigieron que lo condenara a muerte de cruz.
-Lo que tiene eficacia para salvar no es el dolor, sino el amor. Y si ese amor a Dios es una forma de obediencia, entonces lo que nos salvó no fue el dolor sino la obediencia amorosa puesta a prueba por el dolor. Cualquier acto de amor de Jesús a Dios tiene un mérito infinito. Nos podría haber redimido con un dolor de cabeza sufrido por amor.
-Supuesta la iniciativa de sus enemigos de matarlo en cruz, y la libertad y el amor con que Jesús acepta tal muerte, con todos sus dolores y humillaciones, Dios Padre acepta el sacrificio de su Hijo y, por sus méritos, nos perdona nuestros pecados y nos abre el cielo eterno. El primer beneficiado fue el buen Ladrón: "Hoy estarás conmigo en el Paraíso", le promete Jesús.
Vengamos al hecho histórico: Jesús muere en cruz por decisión y maldad de sus enemigos. Pero, consta que él, siendo inocente -lo cual le constaba a él mismo-, aceptó y asumió la Cruz por amor a su Padre y a nosotros. Lo cual le dio un valor infinito y un poder de atraer corazones y de 'ablandar piedras' sin igual en cualquier otra forma de muerte.
Un dato importantísimo, que tuvo Dios en cuenta para permitir la muerte de su Hijo en cruz, es que la Humanidad viene sufriendo física y moralmente por culpa del mismo hombre, sufriendo en forma espantosa -recuérdense las guerras, guerrillas, masacres, el Holocausto, fracasos de toda clase, etc.- y necesitaba un modelo que le diera sentido a su absurdo e ingente dolor, necesitaba un ejemplo de fortaleza y el consuelo de un amigo que muriera, soportando él el tormento que nosotros nos merecíamos, le pregunto a usted, querido(a) lector(a) -y le pido me responda con el corazón en las manos- ¿habría servido un dolor de cabeza para movernos, convencernos y ayudarnos a sufrir? ¿Se lo recordaría hoy en todo el mundo por una jaqueca?
¿Todo ser humano sufriente se sentiría bien representado en ese Jesús adolorido y quizá sonriente, y no en este JESÚS crucificado?
cenalbe@javeriana.edu.co
Tomado de El tiempo el 17 de abril de 2011
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