Sin oración, sin meditación, sin vida interior no haríamos más que el mal (...). Ahora parece que tenemos más obligación de ser verdaderamente almas de oración, ofreciendo al Señor con generosidad todo lo que nos ocupa y no abandonando jamás nuestra conversación con Él, pase lo que pase. Si os comportáis de esta manera, viviréis pendientes de Dios durante todo el día, y os esforzaréis seriamente para hacer muy bien esas dos medias horas diarias de meditación»
«No dejéis nunca la oración mental. Para ser contemplativos, ¿cuál es el mejor camino?: la oración.
«Hay que perseverar en la meditación. Esas quejas díselas al Señor en tus ratos de oración; y, si es necesario, repítele durante media hora la misma jaculatoria: Jesús, te amo; Jesús, enséñame a querer; Jesús, enséñame a querer a los demás por Ti... Persevera así, un día y otro, un mes, un año, otro año, y al fin el Señor te dirá: ¡tonto, si estaba contigo, a tu lado, desde el principio!».
"....... comenzamos a hablar con Él, con naturalidad, como se habla con un hermano, con un amigo, con un padre, con una madre, con un vecino a quien se estima. Como se habla con el amor. Hablad con confianza y veréis qué bien os va. Tendréis vida interior"
Tomado de opus dei el 9 de julio de 2011
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