sábado, 27 de marzo de 2010

“Mira la cruz y encontrarás la solución a todos los problemas que te preocupan”

Juan 11, 45-56. Cuaresma. Mira la cruz y encontrarás la solución a todos los problemas que te preocupan.


En aquel tiempo muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en él. Pero algunos de ellos fueron donde los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron consejo y decían: «¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchas señales. Si le dejamos que siga así, todos creerán en él y vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra nación».Pero uno de ellos, Caifás, que era el Sumo Sacerdote de aquel año, les dijo: «Vosotros no sabéis nada, ni caéis en la cuenta que os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación». Esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que, como era Sumo Sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación - y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos. Desde este día, decidieron darle muerte. Por eso Jesús no andaba ya en público entre los judíos, sino que se retiró de allí a la región cercana al desierto, a una ciudad llamada Efraím, y allí residía con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua de los judíos, y muchos del país habían subido a Jerusalén, antes de la Pascua para purificarse. Buscaban a Jesús y se decían unos a otros estando en el Templo: «¿Qué os parece? ¿Que no vendrá a la fiesta?» 

Reflexión

“Conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca todo la nación”. He aquí la frase que envuelve el misterio de la cruz de Cristo, el misterio de nuestra salvación.

Caifás presentaba con esta profecía al nuevo Cordero de la Pascua, Aquel que quitaría el pecado del mundo. Jesucristo ya había dicho que daría su vida en rescate por muchos, y por ello probó el sufrimiento para alcanzarnos la salvación. “Convenía, en verdad, que Aquel por quien es todo y para quien es todo, llevara muchos hijos a la gloria, perfeccionando mediante el sufrimiento al que iba a guiarlos a la salvación”, nos dice el apóstol San Pablo en la carta a los Hebreos.

De esta manera, Cristo nos ha dejado a los cristianos el mejor recuerdo en los momentos de dolor, de alegría, de gozo: el consuelo de su cruz. Sucede que muchas veces los “cristianos” llevamos una cruz sobre nuestro pecho... pero tan solo una cruz externa. Cuando el peso de la cruz cae sobre nuestros hombros, se templa el verdadero corazón del cristiano. Aquel que sabe elevar una mirada de fe y balbucear “hágase tu voluntad, Padre”. La cruz no sólo se presenta en la sangre fecunda que derraman los mártires, sino cuando viene un dolor físico, moral, espiritual... Y así como hay ejemplos de grandes mártires que abrazaron la cruz de Cristo, hay tantos cristianos que se clavan en su dolor viendo el rostro de Cristo, viendo su mano amorosa que viene a modelarlos y fraguar su amor con el dolor. Ven a Aquél que dio su vida por muchos. Pero también puede suceder que en algunos corazones se siembre la actitud de los fariseos que era la tortura de no reconocer a Cristo como su Redentor ¿Por qué tenía que morir el Mesías? “Si eres el Mesías, baja de esa cruz”.

Termino con unas palabras del Card. Nguyen van Thuan, en su libro “Testigos de esperanza”: “Mira la cruz y encontrarás la solución a todos los problemas que te preocupan” Los mártires le han mirado a Él... 



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¿Qué es la espiritualidad?


1. ¿Qué es la espiritualidad? 

Parte de la teología que estudia el dinamismo que produce el Espíritu en la vida del alma: cómo nace, crece, se desarrolla, hasta alcanzar la santidad a la que Dios nos llama desde toda la eternidad, y transmitirla a los demás con la palabra, el testimonio de vida y con el apostolado eficaz.

Por tanto, se busca doctrina teológica y vivencia cristiana. Si sólo optara por la doctrina teológica quitando la vivencia, tendríamos una espiritualidad racional, intelectualista y sin repercusión en la propia vida. Y si sólo optara por la vivencia cristiana, sin dar la doctrina teológica, la espiritualidad quedaría reducida a un subjetivismo arbitrario, sujeta a las modas cambiantes y expuesta al error. Así pues, la verdadera espiritualidad cristiana debe integrar doctrina y vida, principios y experiencia.


2. Así ha sido el testimonio de los santos. Santa Teresa de Ávila dice: “No diré cosa que no la haya experimentado mucho” (Vida 18, 7; Camino, prólogo 3). Pero ella valoraba también mucho el saber teológico: “No hacía cosas que no fuese con parecer de letrados” (Vida 36, 5). Y decía: “Es gran cosa letras, porque éstas nos enseñan a los que poco sabemos y nos dan luz, y allegados a verdades de la Sagrada Escritura hacemos lo que debemos. De devociones a bobas líbrenos Dios” (Vida 13, 16).


3. Hay varios peligros y errores en la búsqueda de una auténtica espiritualidad.

a) Por una parte, la ignorancia en los temas espirituales es grande y a veces lleva a que cada quien se forje su propia espiritualidad, su propio criterio. Se suele dar por supuesto que la conciencia y la mente están siempre bien formadas, y se sabe muy bien discernir lo bueno y lo malo. Pero, a decir verdad, no siempre es así.

b) Por otra parte, están también los que ofrecen doctrinas falsas o mediocres en temas espirituales. No es raro en temas de espiritualidad un subjetivismo arbitrario, que no se interesa por la Revelación, el Magisterio, la teología o enseñanza de los santos. Se contentan con seguir sus propios gustos y opiniones. Serán falsas todas aquellas espiritualidades que no conducen a la perfecta santidad y al compromiso apostólico, produciendo cristianos cómodos, sabihondos, soberbios intelectuales, o con ideas confusas, extravagantes y etéreas...que va sacando de la chistera un malabarismo pseudoespiritual, que intenta agradar y hacer reír a su público, ávido de espectáculo y de la comezón curiosa. Ya lo decía san Pablo: “No soportan la doctrina sana; sino que, según sus caprichos, se rodean de maestros que les halagan el oído” (2 Tm 4, 3). ¡Qué bueno es tener buenos guías espirituales! San Juan de la Cruz recomienda mucho “mirar en qué manos se pone, porque cual fuere el maestro, tal será el discípulo” (Llama de amor viva, 3, 30-31). Y santa Teresa confiesa que “siempre fui amiga de letras...gran daño hicieron a mi alma confesores medio letrados, porque no los tenía de tan buenas letras, como yo quisiera...Buen letrado nunca me engañó” (Vida 5, 3).


4) ¿Hay una o varias espiritualidades?


a) La espiritualidad cristiana es una sola si consideramos su substancia, la santidad, la participación en la vida divina trinitaria, así como los medios fundamentales para crecer en ella: oración, liturgia, sacramentos, abnegación, ejercicio de las virtudes todas bajo el imperio de la caridad. En este sentido, como dice el concilio Vaticano II, “Una misma es la santidad que cultivan, en los múltiples géneros de vida y ocupaciones, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios” (Lumen Gentium 41a)....”Todos los fieles, de cualquier estado y condición, están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad” (40b). Y en el cielo, una misma será la santidad de todos los bienaventurados, aunque habrá grados diversos.

b) Las modalidades de la santidad son múltiples, y por tanto las espiritualidades diversas. Podemos distinguir espiritualidades de época (primitiva, patrística, medieval, moderna); de estados de vida (laical, sacerdotal, religiosa); según las dedicaciones principales (contemplativa, misionera, familiar, asistencial, etc); o según características de escuela (benedictina, franciscana, ignaciana, etc.).

La infinita riqueza del Creador se manifiesta en la variedad inmensa de criaturas: miles y miles de especies de plantas, animales, peces, minerales. También las infinitas riquezas del Redentor se expresan en esas innumerables modalidades de vida evangélica. El cristiano, sin una espiritualidad concreta, podría encontrarse dentro del ámbito inmenso de la espiritualidad católica como a la intemperie. Cuando por don de Dios encuentra una espiritualidad que le es adecuada, halla una casa espiritual donde vivir, halla un caminopor el que andar con más facilidad, seguridad y rapidez; halla, en fin, la compañía estimulante de aquellos hermanos que han sido llamados por Dios a esa misma casa y a ese mismo camino.

Hoy se da en la Iglesia un doble movimiento: por un lado, una tendencia unitaria hace converger las diversas espiritualidades en sus fuentes comunes: Biblia, liturgia, grandes maestros. Por otra, unatendencia diversificadora acentúa los caracteres peculiares de la espiritualidad propia a los distintos estados de vida, o a tales movimientos y asociaciones. La primera ha logrado aproximar espiritualidades antes quizá demasiado distantes, centrándolas en lo principal. La segunda ha estimulado el carisma propio de cada vocación, evitando mimetismos inconvenientes.

Ciertos radicalismos deben ser indicados en este punto:

  • Un exceso unificador: lleva en ocasiones a difuminar las espiritualidades, ignorando los diversos carismas, rompiendo tradiciones valiosas, desvirtuando la fisonomía propia de las diversas familias, regiones, escuelas. Así se llega a una espiritualidad única para adolescentes, cartujos, madres de familia, párrocos o jesuitas. Es un empobrecimiento.

  • Un exceso diversificador: radicaliza hasta la caricatura los perfiles peculiares de una espiritualidad concreta; se apega demasiado a sus propios métodos, lenguajes, modos y maneras; absolutiza lo accidental y relativiza quizá lo esencial; pierde armonía evangélica y plenitud de valores. Así se produce un ambiente espiritual cerrado, aislado. Los integrantes de círculo tan cerrado se mostrarán incapaces de colaborar con otros fieles o grupos cristianos. Es también un empobrecimiento.

    Conclusión

    Sola es universal la Espiritualidad de la Iglesia que tiene en la sagrada liturgia su principal escuela, abierta a todos los cristianos. Todas las demás espiritualidades acentúan más ciertos valores cristianos y menos otros: una es metódica y reglamentada, otra tiene pocas reglas; una insiste en la oración litúrgica, otra usa más las devociones populares...Ninguna puede presentarse como absoluta para todos los hombres. La Espiritualidad de la Iglesia Católica trata de ser equilibrada entre doctrina y vivencia, entre teoría y práctica, entre contemplación y apostolado.


  • http://es.catholic.net/conocetufe/364/2753/articulo.php?id=28549

    domingo, 21 de marzo de 2010

    “El que no tenga pecado, que le tire la primera piedra”


    En el Evangelio, tomado de san Juan, se nos presenta el hermoso texto de la mujer adúltera que es salvada por el Señor de ser apedreada. 


    Según la Ley (Levítico 20, 10; Deuteronomio 22, 22-24) una mujer sorprendida en adulterio debía ser castigada con la pena capital, ellos lo saben y se acercan a Jesús, no porque ignoren la Ley, sino para ponerlo a prueba a ver qué dice y así poder tener de qué acusarlo. Él se hace el desentendido, pero ante la insistencia, los coloca ante un encuentro con sus propias conciencias: “El que no tenga pecado, que le tire la primera piedra”. El texto nos dice que se fueron retirando empezando por los más ancianos. Al quedar solo con la mujer le pregunta por los que la acusaban, ella le dice que se han marchado y el Señor la perdona pero a su vez le exige un cambio de vida: “Tampoco yo te condeno. Vete, y de ahora en adelante no peques más.” 


    Esta es la actitud y la exigencia que nos hace el Señor, Él siempre está presto a perdonarnos y darnos una nueva oportunidad, pero pide que cambiemos nuestra vida de pecado. Esta última semana de Cuaresma es una oportunidad de volver a los brazos del Padre y convertir nuestra vida, no la desaprovechemos.


    http://www.minutosdeamor.com/?p=2119

    Qué nos dice San Josemaría el día de San José



    Transcribimos unas palabras de San Josemaría un día como hoy, el 18 de marzo de 1925.

    Fiesta de San José. “San José es realmente Padre y Señor, que protege y acompaña en su camino terreno a quienes le veneran, como protegió y acompañó a Jesús mientras crecía y se hacía hombre. Tratándole se descubre que el Santo Patriarca es, además, Maestro de vida interior: porque nos enseña a conocer a Jesús, a convivir con El, a sabernos parte de la familia de Dios. San José nos da esas lecciones siendo, como fue, un hombre corriente, un padre de familia, un trabajador que se ganaba la vida con el esfuerzo de sus manos ”, dice en la homilía que predica hoy.
    http://www.opusdei.org.co/art.php?p=26313